Quien ha sufrido un infarto y vuelve a casa con una aceptable calidad de vida puede reiniciar su actividad sexual habitual, aseguran los cardiólogos. Pero quienes han sufrido el episodio no se suelen atrever, explican. "Hay que explicarles que no les va a pasar nada malo. Que el acto sexual equivale a un esfuerzo, pero que si han superado las pruebas de esfuerzo que se les hace en el hospital, el sexo no es un peligro".
La actividad sexual también se ve afectada por el impacto psicológico. El peor pronóstico de rehabilitación se asocia en estos casos con la ansiedad, la depresión, la preocupación subjetiva por la salud y, en especial, por la presencia de síntomas somáticos autoinformados. Estos síntomas, o quejas somáticas, ocasionan un considerable malestar en las personas, limitando su actividad cotidiana. Los más frecuentes son la disnea, el dolor de tórax, y/o del brazo izquierdo, la fatiga y las palpitaciones. Estas quejas incluso aumentan cuando más nos alejamos en el tiempo de la ocurrencia del episodio cardíaco. En general son consideradas poco significativas por los médicos, razón por la que se concluye que son resultado del impacto emocional del infarto.