En los pacientes que han superado un infarto , Muerte Súbita, es muy importante atender a su estado psicológico, ya que influye de forma determinante en su evolución.
El infarto, la parada cardíaca sobrevenida es una enfermedad grave que requiere un proceso de adaptación importante. Se estima que uno de cada cinco pacientes va a padecer un trastorno depresivo y cerca del 50 por ciento mostrará síntomas cercanos a la depresión.
Las personas a las que tras evento agudo de las coronarias, se les diagnostica depresión tienen un peor pronóstico, que se asocia con nuevos episodios y más mortalidad. Los mecanismos que son el origen de este hecho son variados: falta de adherencia al tratamiento, problemas para cambiar el estilo de vida e, incluso, mecanismos biológicos que afectan a la recuperación.
"La presencia de sintomatología depresiva ya afecta al pronóstico. Con estados subclínicos también existe un incremento de riesgo".
La primera intervención con un postinfartado depresivo debe ser ayudarle a adaptarse a la enfermedad, una labor que empieza por el cambio de hábitos de vida: "Existen técnicas de modificación de conductas que ayudan a disminuir factores de riesgo y que facilitan que el enfermo cambie de dieta, haga ejercicio o deje de fumar. Otro componente es la adaptación psicológica a la nueva situación, en la que se pueden realizar sesiones grupales para disminuir las reacciones emocionales adversas y en donde el enfermo comparte su experiencia con otras personas que han pasado por lo mismo".
Hay pacientes a los que tras el infarto les abordan gran cantidad de preocupaciones irracionales, como "no voy a poder trabajar de nuevo", "nunca más haré deporte", "si me muero, ¿qué pasará con mis hijos?". Estos pensamientos "son temores irracionales.
Ofrecer información clara mejora la adaptación y reduce la incertidumbre".
La participación en programas de rehabilitación no sólo mejora la faceta física, sino también la psíquica: "No sólo es útil la información que reciben; también la oportunidad que tiene el paciente de comprobar su estado físico en un entorno controlado y ganar confianza. En definitiva, recuperar el control de su salud".
El paciente que conoce la enfermedad que padece y sabe los aspectos de su conducta que debe cambiar,recupera más fácilmente la seguridad de que puede controlar su estado de salud, un hecho que es muy importante para mejorar la adaptación psicológica.