Los grupos de apoyo permiten, por un lado, identificar hábitos nocivos de riesgo físico y psicológico, estilos de vida y conducta poco cardiosaludables. También le ayudan a identificar otros puntos de vista para ampliar los propios, permitiéndole asumir una auto- responsabilidad de cara al autocuidado personal, para modificar los hábitos de vida. La intervención no debe ser directiva por parte del profesional, las personas dentro del grupo pueden expresar sus emociones y conflictos de forma abierta y no dirigida. Se potencia la expresión de miedos, dudas, expectativas, etc., que pueden ser mutuamente influenciadas por los miembros del grupo (Alonso y Carcedo, 1999).
Por otro lado, en el caso de que los
grupos se desarrollen con los familiares se propicia que estos tengan acceso a
una información directa acerca de lo que emocionalmente les está ocurriendo a
sus seres queridos, de tal forma que pueden desarrollar una conducta más
adecuada con respecto a ellos (Adsset, 1968).
Creemos importante diseñar e implantar dichos grupos dentro del ámbito social para ajustar también la intervención al ámbito de la pareja, ya que dentro del entorno familiar es donde se pueden producir conductas de sobreprotección que limiten una vida “normalizada” debido a miedos, incertidumbre, ansiedad hacia la recaída, etc.
Creemos importante diseñar e implantar dichos grupos dentro del ámbito social para ajustar también la intervención al ámbito de la pareja, ya que dentro del entorno familiar es donde se pueden producir conductas de sobreprotección que limiten una vida “normalizada” debido a miedos, incertidumbre, ansiedad hacia la recaída, etc.